
Son "las dos enfermedades respiratorias (ambas implican una obstrucción de la vía aérea bronquial) más diagnosticadas en la población",
afirma José Miguel González, neumólogo del Hospital Gregorio Marañón de
Madrid y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía
Torácica (Separ). La prevalencia de la EPOC alcanza el 10% de los
españoles a partir de los 40 años y el asma afecta a un 8%-12% de toda
la población (en todas las edades).
Para el manejo de la EPOC, señala el especialista español, en la
actualidad "disponemos de broncodilatadores inhalados (anticolinérgicos y
beta2 agonistas) y corticoides inhalados. Dependiendo de los síntomas,
indicamos unos u otros o combinación". Para el asma, "se empieza por corticoides inhalados,
a lo que se puede añadir el broncodilatador tipo beta2 agonista". En
general, subraya González, "estas opciones tienen pocos efectos
secundarios y se toleran bien", una idea con la que también coincide
Juan Luis Rodríguez Hermosa, médico adjunto del servicio de Neumología
del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Sin embargo, apuntan los creadores del nuevo fármaco (lo denominan RPL554), sí hay algunos estudios que describen posibles efectos cardiovasculares,
pero "son aislados", explica Rodríguez Hermosa. "Nos hace estar más
alerta sobre todo con pacientes pacientes que hayan tenido algún
problema cardiaco previo".
Más riesgos entrañan los corticoides orales, que "a largo plazo puede
llegar a producir osteoporosis y diabetes", entre otras enfermedades.
Por eso "los restringimos para casos graves o muy graves y crisis
puntuales". Con los corticoides inhalados no existe este problema, ya
que "no se absorbe a nivel sistémico y las dosis son menores".
No obstante, el problema no se centra tanto en los efectos
secundarios sino en el reto de "encontrar nuevas alternativas que
consigan controlar mejor la enfermedad (menos síntomas y mejor calidad
de vida) de los pacientes con asma y EPOC más graves", aclara el neumólogo del Clínico San Carlos.
Las diferencias del nuevo medicamento
En este sentido, RPL544 apunta maneras. Abre una nueva vía de
tratamiento a través de un mecanismo de acción diferente al de los
anteriores fármacos y además, también tiene un efecto antiinflamatorio y
broncodilatador (aunque no por ello sustituiría los fármacos con estos
objetivos, la idea sería usarlo de forma complementaria). Concretamente,
es un antagonista de las fosfodiesterasas 3 y 4, moléculas que están
implicadas en la inflamación y la obstrucción tanto del asma como de la
EPOC.
Existe un medicamento parecido, roflumilast (vía oral),
que inhibe las fosfodiesterasas 4, pero no las fosfodiesterasas 3.
"Tiene un alto índice de intolerancias digestivas y sólo se usa en
pacientes (con EPOC) muy determinados", matiza José Miguel González.
Pero, en vista de los resultados de cuatro pequeños estudios
(llevados a cabo en Italia, Reino Unido y Países Bajos entre 2009 y
2013) que relata el artículo de 'The Lancet Respiratory Medicine',
RPL544, además de eficaz, parece seguro. "No se han encontrado efectos
gastrointestinales ni cardiacos".
Después de probar el fármaco con 39 participantes (28 con asma y 12 con EPOC)
durante siete días, los investigadores observaron que en los pacientes
con EPOC, la capacidad pulmonar mejoraba en un 17%. A través de la
espirometría, se medía en litros el volumen de aire que la persona
soplaba en el primer segundo. En los pacientes con asma, se vio que
dicho volumen aumentaba en 555 mililitros.
Datos muy significativos, pero que "hay que interpretar con cautela",
advierte. Se trata de un estudio muy incipiente (en fase II) que no ha
completado todas las fases de estudio clínico. Como señalan los autores
del artículo y el responsable de un editorial que lo acompaña, "son necesarias más investigaciones, a largo plazo y con mayor muestra de pacientes".
Mientras tanto, remarca el neumólogo del Gregorio Marañón, "a día de
hoy, lo más eficaz para controlar estas enfermedades son los corticoides
inhalados y los broncodilatadores".

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