WASHINGTON.- Cada vez más estadounidenses toman
analgésicos opioides de forma compulsiva, hasta el punto de que las
autoridades sanitarias se refieren a su consumo como una "epidemia", que
provoca más muertes que la cocaína y la heroína juntas.
Un total de 16.651 personas fallecieron por
sobredosis o uso indebido de opioides en Estados Unidos en 2010, según
los últimos datos disponibles del Centro de Control y Prevención de
Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés).
En la última década, las ventas de estos medicamentos se
han triplicado y sólo durante 2010 se recetaron suficientes analgésicos
para medicar a cada estadounidense día y noche durante un mes.
Pese a que la mayoría de estos fármacos fueron recetados
con una finalidad clínica, algunos fueron usados indebidamente, porque
los analgésicos, que se prescriben para mitigar el dolor crónico que
sufren algunos pacientes, también acaban siendo utilizados como drogas.
Ante este panorama, la Administración de Fármacos y
Alimentos (FDA) recomendó el pasado jueves aumentar los controles sobre
las prescripciones que los médicos hacen de los analgésicos más comunes,
los que contienen el opioide hidrocodona, y equipararlos así a los más
fuertes, como la oxicodona.
Sin embargo, la American Medical Association (AMA) se
opone a esta medida, ya que considera que podría limitar el acceso
legítimo de los pacientes a esta medicación, especialmente para los
ancianos y pacientes terminales que requieren un alivio inmediato del
dolor.
"Los funcionarios federales deberían sopesar
cuidadosamente todas las consecuencias no intencionadas para los
pacientes que sufren dolor si consideran la recomendación de la FDA de
reforzar los controles a la prescripción de hidrocodona", asegura la
presidenta de la AMA, Ardis Dee Hoven.
"El abuso de medicamentos con receta es un grave problema de salud
pública que no puede ser ignorado, pero si los legisladores trabajan en
soluciones al respecto, es fundamental que no disuadan a los médicos de
tratar adecuadamente el dolor o reducir el acceso a los medicamentos
para los pacientes que sufren", añade Hoven.
En lugar de aumentar la dureza de los controles, la AMA
aboga por enseñar a los médicos a gestionar el dolor y prescribir
opioides "de forma responsable" y por aprobar una legislación "racional"
orientada tanto a corregir el mal uso de los fármacos como a
mantenerlos accesibles para los tratamientos que los requieran.
Los opioides son la causa de más de 40 muertes al día
de media en Estados Unidos y, aunque esta "epidemia" afecta más a los
hombres, se está convirtiendo en un problema creciente entre las
mujeres.
El profesor asociado de medicina en la universidad Johns
Hopkins, especializado en el tratamiento del dolor, y presentador de un
programa de radio sobre la materia, Paul Christo, explica a Efe que la
mayor parte de los fallecidos "son personas que toman analgésicos sin
receta y que los consiguen a través de amigos o familiares".
Christo recuerda que 100 millones de personas en
Estados Unidos padecen alguna forma de dolor crónico y que estos
medicamentos son "necesarios" para soportarlo. "Entiendo la postura
de la FDA. Quieren reducir las consecuencias negativas de los opioides,
disminuir los riesgos. Pero hay más gente que los utiliza porque los
necesita y les podría resultar más difícil obtenerlos", señala Christo.
El profesor de la Johns Hopkins aconseja "asegurarse
de que la persona que prescribe analgésicos se ha formado en el uso de
estos medicamentos y comprende los riesgos que implican", porque, según
Christo, "no valen para todos los pacientes".
Se calcula que cerca de medio millón de visitas a
urgencias se deben al uso indebido de analgésicos cada año y que la
atención sanitaria derivada del empleo de estos fármacos con fines no
médicos cuesta a las aseguradoras más de 70.000 millones de dólares
anuales.
No obstante, de momento la comunidad médica y las
autoridades estadounidenses discrepan sobre cómo afrontar el reto que
supone impedir que los analgésicos opioides provoquen más dolor del que
se supone que tienen que quitar.

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