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Muchos matrimonios terminan en un divorcio por diferencias culturales o económicas
La edad a la que se contrae matrimonio es uno de los factores que influyen en la pareja
Las discusiones no hay que evitarlas ya que es importante resolver los conflictos
"Lo poco que conozco del matrimonio procede de lo mucho que sé del
divorcio", dijo en alguna ocasión el conocido productor de cine
estadounidense David Brown. Por mucho que pasen los años, y la cultura
se extienda abriéndose a otras alternativas de ver y sentir la vida en
pareja, aún no se ha conseguido una fórmula mágica que augure para
siempre la felicidad y/o perdurabilidad de un matrimonio. Sin embargo,
existen algunos factores predictores, que aunque nunca con total
seguridad, pueden anunciarlo.
Por ejemplo, desde el año 2007, en España se ha producido un descenso
de matrimonios y divorcios del 21% y 17% respectivamente y un claro
porqué de estos datos es la difícil situación de crisis que atravesamos
en los últimos tiempos. Pero sin duda, para que un matrimonio ponga el
cartel de fin, hay otros muchos culpables.
Factores que llevan al fracaso
Según un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA),
refiriendo a datos del Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de
EEUU, los factores predictores que pueden anunciar un fracaso conyugal
son los siguientes: el origen sociocultural, el nivel educativo, la edad a la que se contrae matrimonio, el momento en que se decide ser padre o la existencia de problemas económicos.
"El matrimonio es un tercero que ambos miembros tienen en común, y
necesita del continuo cuidado de ambos. Además, tiene su propio ciclo
vital (las diferentes etapas por las que pasa el matrimonio que son
diferentes según las necesidades del momento), que se tiene que ajustar
al ciclo vital propio e individual de cada miembro de la pareja",
asegura a EL MUNDO Eduardo Torres, director de la Unidad de Familia del
centro psicológico 'Instituto Centta' de Madrid. Por tanto, la pareja
debe ir adaptándose a cada etapa y entender los cambios que cada una
demanda, si no surgirán problemas.
Los conflictos que pueden aparecer dentro de una pareja como
consecuencia de la diferencia sociocultural y/o educativa, explica el
experto, afectan al esqueleto de la pareja. Esto es, los problemas
pueden venir cuando el concepto de marido y de mujer que tienen ambos
miembros es diferente. Por ejemplo, "hay culturas muy machistas, y el
machismo suele estar asociado a un nivel educativo bajo".
Según el especialista, al formarse la pareja hay un reparto de poder
que se espera equilibrado, pero si un miembro de los dos toma el rol de
dominante, pueden surgir problemas. "Cuando los problemas de pareja son
estructurales lo normal es que se acabe rompiendo", afirma. Pero esto,
no quiere decir que por ser de un nivel educativo diferente o de dos
culturas distintas no pueda fundarse un matrimonio, pero "las exigencias comunicativas, negociaciones o renuncias a nuestros esquemas mentales son mucho mayores ya que serán mucho mayores nuestros choques o conflictos", aclara.
Por otro lado, hay que tener en cuenta también la edad en la que se hayan dado el sí quiero.
En caso de hacerlo muy jóvenes, explica Torres, el ciclo vital
individual entra en conflicto con el ciclo vital de la pareja, ya que el
objetivo de una persona joven (aprender, encontrar un trabajo, conocer
gente) dista mucho de las necesidades de un matrimonio, como la crianza
de los hijos. "Si ambas chocan pueden generar problemas", apunta.
Otro de los factores, son las cuestiones económicas,
ya sea por escasez o incluso en las diferencias que puedan surgir a la
hora de manejar la economía matrimonial. "La crisis es un agente
contextual muy poderoso que obliga a todas las parejas a adaptarse y
afecta de forma directa a la manera de relacionarse", lamenta. Además de
ser uno de los factores que está retrasando la edad de contraer
matrimonio, conmoviendo de esta forma al ciclo vital, también afecta a
la estructura: "Si hay problemas económicos, el matrimonio tiene que
volcarse en solucionarlos de cara a establecer un proyecto común y eso
conlleva ciertos sacrificios: horas extras, modificar expectativas,
ahorrar, etc.", expone.
Comunicación, proyectos y sexo
Pero pese a todos estos factores, cada pareja es un mundo, y hay matrimonios que duran hasta que la muerte nos separe
y otros que más tarde o más temprano pondrán su punto final. En
terapia, reconoce Torres, te das cuenta de que parejas con todo en
contra salen adelante, y que parejas con todo a favor, no. Realmente, no existen recomendaciones para un matrimonio perfecto, pero si claves para tener una buena salud marital.
Las relaciones sexuales y todo lo que conlleva son indispensables dentro de la pareja. Entender una sexualidad amplia, jugar,
romper con la monotonía y entender que cada etapa, también en el sexo,
es diferente. También, tal como asegura Silvia Cintano, directora de la
Unidad de Sexualidad del mismo centro, puede ser tanto un síntoma como
una causa. Por eso, dice, "es importante la comunicación entre ambos, que es lo fundamental de todo".
La transparencia, el no evitar los conflictos, hablar aunque a veces
sea doloroso y resolverlos. "Toda discusión que no se cierre, se guarda y
sirve de metralla para el siguiente encontronazo", comenta. El conflicto es lo normal, el conflicto es sano,
la discusión es el camino para crecer y avanzar y "mostrar opinión o
emociones, es lo que garantiza que estoy en un matrimonio donde puedo
expresar lo que pienso y lo que siento. Pero igual de importante es
discutir, como resolver el problema", insiste Torres.
Y por último, tener un proyecto de vida en común: "Un proyecto vital
en pareja, aunque en este haya algunos desencuentros, tiene más
posibilidades de alcanzar felicidad ". Además, concluye el experto,
"esto es sinónimo de pertenencia, de sentirte partícipe a lo que los dos
tenemos hace que mantengas la ilusión y las ganas de compartir tus
esfuerzos para conseguirlo".
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