Cuando terminó la carrera de Pediatría, María del Carmen Casanovas no
sabía mucho de lactancia. Sin embargo, en su primer destino, un
hospital en su Bolivia natal, descubrió una verdadera vocación.
Ayudando a madres y profesionales de todo el mundo, se ha convertido en
una de las expertas más consultadas en la materia y, desde 2006, forma
parte del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra.
Poco tiempo antes de poner punto y final a la Semana Mundial de la
Lactancia Materna, que más de 170 países han celebrado entre el 1 y el 7
de agosto, esta especialista charla con ELMUNDO.es sobre "el mejor
alimento que se puede ofrecer a un niño".
"La lactancia materna tiene incontables beneficios.
Primero para el niño, y tanto a corto como a largo plazo, porque reduce
la mortalidad, la posibilidad de enfermar y de padecer problemas graves,
como la neumonía o la diarrea, y además se relaciona con una menor
frecuencia de obesidad y con mejores niveles de inteligencia, entre otras ventajas", señala.
También es muy beneficiosa para la madre, continúa, "porque está
demostrado que protege frene al cáncer de ovario o de mama, reduce el
riesgo de hemorragias postparto y ayuda a recuperar el peso previo al
embarazo más rápidamente".
Sin embargo, pese a tantos pros y ningún contra, la realidad es que aún son muchas las madres que están lejos de cumplir las recomendaciones
de la OMS que aconsejan la leche materna como único alimento durante
los seis primeros meses de edad. El objetivo del organismo de la ONU es
conseguir que en 2025 las tasas de lactancia exclusiva durante ese
periodo alcancen al menos el 50%.
Según explica Casanovas, el problema es que aún hay muchas trabas y
barreras que impiden que todas las mujeres que quieran amamantar puedan
hacerlo.
Escollos
"Una de las dificultades más importantes a las que las mujeres se
enfrentan es el hecho de ser mujeres trabajadoras porque en muchos
lugares la única opción es o amamantar o trabajar",
señala la especialista. "Está demostrado que si se da la posibilidad de
que la madre pueda dar el pecho, eso supone un menor absentismo laboral,
mejores resultados para la empresa y una menor tasa de problemas en los
niños, pero aún así las leyes de protección a la mujer trabajadora no
existen o son deficitarias en muchos países".
La actitud de la sociedad respecto a la lactancia
también es un escollo difícil de salvar, subraya Casanovas. "Hay
culturas en las que ver a una mujer amamantar en público se ha vuelto
raro y es necesario mucha seguridad para vencer esa presión".
Por otro lado, añade, el primer contacto que muchas madres primerizas
tienen con un bebé es su propio hijo. No han visto a tías, primas u
otros miembros de su comunidad amamantar previamente, no han podido
aprender de su experiencia, lo que complica la situación porque, aunque la lactancia es un proceso natural, "se tiene que aprender, es necesario apoyo para hacerlo bien", explica la especialista.
"La gran mayoría de dificultades que aparecen en los primeros días se
deben a errores con el agarre o con la técnica, que pueden solucionarse
con la ayuda adecuada", señala. Sin embargo, esas dificultades unidas a
mitos infundados conducen en muchas ocasiones al abandono prematuro de
la lactancia.
"Tenemos que recordar que, aunque desarrollados, seguimos siendo
mamíferos. Prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, la cantidad
y la calidad de su leche son la que necesita su bebé y es el mejor alimento que pueden darle", aclara.
Faltan apoyos
Este año, la Semana Mundial de la Lactancia Materna
ha reclamado más apoyo para las madres y ha recordado que sólo 37 de
los 199 países que se comprometieron a implementar el Código de la OMS
sobre la comercialización de los sustitutos de la leche materna ha
puesto en marcha políticas reales para llevarlo a cabo.
Este acuerdo se firmó en 1981 después de que la Asamblea General de
la OMS constatara que, pese a que la evidencia científica muestra
claramente que la leche materna es el mejor alimento posible para el
bebé, los fabricantes de leche de fórmula habían conseguido llegar
masivamente a las madres mediante técnicas de publicidad y marketing
tremendamente agresivas.
Pese al compromiso adquirido, sólo un 35% ha prohibido completamente la publicidad de estos productos,
un 31% ha impedido la distribución gratuita de muestras de leche de
fórmula y sólo un 23% de los países tiene un sistema para comprobar que
se cumple lo acordado.
"La influencia de la industria del biberón sigue siendo muy importante",
recuerda Casanovas, quien hace hincapié en que, "pese a que en muchos
países la legislación y la movilización social ha dado sus frutos", en
otros "la situación ha empeorado y las empresas siguen utilizando la
propaganda".
"Es necesario que el código se implemente completamente y que se
establezcan los controles necesarios para asegurarse de que se lleva a
cabo el compromiso", concluye Casanovas.
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