Cada vez que un crimen como el de la niña Asunta Basterra
golpea las primeras páginas de los periódicos es difícil no preguntarse
¿cómo es posible?, ¿qué puede llevar a alguien a hacer algo así?, ¿hay
alguna enfermedad mental detrás del caso? No es fácil encontrar
respuestas, pero los psiquiatras insisten en recordar que la maldad no es un concepto médico y no siempre existe una patología detrás de este tipo de crímenes.
"Sabemos cómo funciona un teléfono móvil y, sin embargo, el ser
humano sigue siendo un misterio. Sigue dándonos estas sorpresas",
explica el doctor Fernando Sarraiz, miembro del servicio de Psiquiatría y
Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra.
"¿Loco o malo? Esta pregunta siempre surge ante
sucesos de este tipo", señala por su parte el doctor Enrique Álvarez,
psiquiatra del Hospital San Pau de Barcelona y uno de los ponentes en el
Congreso de Psiquiatría que estos días se celebra en Sevilla.
A su juicio, cuando se produce el homocidio de un hijo puede
'explicarse' dentro del llamado 'suicidio ampliado'. Aunque éste no
parece el caso, el doctor Álvarez explica que algunas personas con una depresión muy profunda
pueden llegar a asesinar a sus seres más queridos antes de quitarse la
vida para huir del sufrimiento que experimentan debido a su enfermedad.
Una idea en la que coincide su colega Jerónimo Saiz, presidente de la
Fundación Española de Psiquiatría, que recuerda que se trata de "casos
son muy infrecuentes". Saiz recuerda que, "en contra del estigma que
acarrea, la mayoría de pacientes con enfermedad mental no son personas
violentas, pero cuando una cosa de éstas sucede es tan espectacular que
llama la atención".
Otro tipo de enfermedades psicóticas (como la
esquizofrenia), una paranoia o una doble personalidad, que alteren la
percepción del afectado de la realidad, también podrían explicar qué
lleva a una persona a matar a su propio hijo en un momento dado.
Sin querer entrar a valorar el caso concreto, los tres coinciden en
que habrá que estudiar los antecedentes psiquiátricos de la madre, sobre
los que tanto se ha especulado estos días. "El papel del psiquiatra es
establecer si cuando se cometieron los hechos la persona era o no responsable de sus actos", señala por su parte el doctor Sarraiz.
Porque como inciden los especialistas, existen personas con una personalidad psicópata,
cuya falta de empatía les lleva a cosificar a las personas. "La
psicopatía no es una patología mental, no está incluida en los manuales
DSM de enfermedad psiquiátrica", aclara el doctor Álvarez, "es un rasgo
de personalidad extrema que se caracteriza por una falta absoluta de
empatía, son incapaces de ponerse en el lugar del otro",
prosigue. Si a eso se le suma cualquier otro rasgo de personalidad (que
sea impulsivo, por ejemplo) o un cierto entorno social, sus
posibilidades de delinquir aumentan.
"Pero hoy por hoy no hay nada que haya demostrado que puede cambiar
una personalidad psicópata, no hay tratamiento para ello", prosigue el
psiquiatra del Sant Pau. "Estas personas son al cien por cien imputables
por sus actos, porque saben perfectamente lo que hacen, aunque su razón
les diga que no deberían hacerlo". Una idea en la que coincide Saiz:
"este tipo de personalidad está más expuesta a trasgredir las normas,
pero eso no les libra de su responsabilidad, porque lo que hacen lo hacen intencionadamente".
Los especialistas no consideran que el hecho de tratarse de padres adoptivos
pudiera tener alguna influencia en el caso. De hecho, aclara el doctor
Saiz, los vínculos con sus hijos suelen ser muy estrechos al tratarse de
niños muy deseados. "Suelen tener una implicación ejemplar", concluye.
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