El término medicina personalizada se está poniendo de moda
últimamente. Da la sensación de que nunca hasta ahora se habían visto
los pacientes de forma individualizada y que la personalización se tiene
que imponer en toda la relación entre médico y enfermo. Sin embargo,
conviene contextualizar con algo de rigor qué es lo que quiere decir
personalización. De lo contrario, entre tanta molécula y fármaco
dirigido contra dianas específicas, se nos olvidará la trascendencia que
tiene la medicina individualizada de verdad.
Esa es aquella que trata al individuo más allá de su contexto
genético-molecular y que abarca el intento de comprender el entorno
psicosocial de cada paciente para así trazar una hoja de ruta terapéutica que vaya más allá del ADN y de cómo responderá el fármaco o los fármacos recetados en función del genoma.
El cáncer
está siendo el paradigma de la necesidad de una terapia en la que se
conozcan todos los apellidos posibles del tumor que sufre cada paciente.
Ya existen productos específicos contra variantes moleculares
diferentes de cánceres de mama, pulmón, colon, piel, sangre... Terapias
muchas veces carísimas pero que están consiguiendo resultados a veces
sorprendentes.
Es posible que pronto existan también marcadores sensibles -y a un
precio razonable- que discriminen drogas contra enfermedades crónicas
como pueden ser la artritis reumatoide, las hepatitis, la psoriasis
y otros muchas patologías. Sin embargo, existe riesgo cierto de que
entre tanta molécula y entre tanto genoma se nos olviden otros muchos
aspectos del paciente que no son cuantificables en un laboratorio.
Aspectos que influyen en su enfermedad mucho más de lo que imaginamos.
Para ellos no existen todavía pruebas que certifiquen su existencia y
percibir o no la trascendencia que tienen en el paciente depende de la
sensibilidad y la experiencia que tenga cada médico.
Un ejemplo muy claro es el del cáncer de mama. Un tumor pionero a la hora de aportar marcadores con los que afinar en las terapias específicas pero que muchas veces está huérfano de recomendaciones que alivien aspectos de enorme relevancia para casi todas las pacientes.
¿Y el ejercicio físico? ¿y la dieta? ¿Qué pasa con la sexualidad? ¿Y los cuidados de la piel afectada por la quimioterapia? ¿Cuáles son las mejores opciones que hay para la reconstrucción mamaria? ¿Qué pasa con el puesto de trabajo?
Son ejemplos muy claros, y hay muchos otros más, de lo que se puede pedir a la medicina personalizada. Porque para aliviar enfermedades no todo es cuestión de moléculas.
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