El ritmo de vida que llevamos en la actualidad, arrastrados por el
estrés, el exceso de comidas grasas, y la falta de ejercicio, nos pueden
acarrear serios problemas de salud, siendo los primeros en aparecer los
problemas gastrointestinales, como pueden ser acidez de estómago,
gastritis, colon irritable, úlceras, hernia de hiato, colitis, etc.
La alimentación y el ejercicio físico son el origen y el pilar de una buena salud.
A través de la digestión, los alimentos se transforman en nutrientes y
minerales, y según la cantidad y calidad de esos nutrientes, podremos
gozar de una buena salud o caer enfermos. De hecho cuando el aporte de
nutrientes a través de la dieta no es suficiente, el cuerpo coge lo que
necesita de las células, provocando una degradación de las mismas y un
envejecimiento prematuro de todo nuestro organismo, que se presenta en
forma de dolencias o enfermedades.
La digestión empieza en la boca, y una buena masticación de los
alimentos ayudará a que el estómago no tenga que trabajar más forzado de
lo normal.
Cuando los alimentos llegan al estómago, se producen ácidos y enzimas
que fraccionan los alimentos en partículas más pequeñas, para así poder
asimilar los nutrientes que transportan.
En condiciones normales, el organismo tiene mecanismos de defensa para
neutralizar los ácidos gástricos, pero cuando se produce un exceso de
ácidos, éstos pueden producir inflamación o lesiones en las paredes del
estómago o del esófago.
PROBLEMAS GASTRICOS
La acidez de estómago es una sensación de ardor o
quemazón que se da en el estómago, ocasionado sobre todo después de una
comida copiosa, por un exceso en la producción de ácidos gástricos
necesarios para realizar la digestión.
Cuando el cardias ó esfínter esofágico inferior (válvula que separa el
estómago del esófago) se relaja o no funciona correctamente, los ácidos
pasan al esófago (reflujo gastroesofágico)
subiendo la sensación de ardor o dolor desde el esternón hasta la
garganta o la boca. Las paredes del esófago no están preparadas para
recibir estos ácidos y se resienten, por lo que si este problema se da
con frecuencia puede producir inflamación de la mucosa (revestimiento
interior) del esófago (esofagitis) o incluso úlcera o cáncer de esófago si el problema persiste y no se toman remedios.
La hernia de hiato se produce cuando la parte
superior del estómago pasa hacia el tórax a través del orificio
existente en el diafragma que separa el estómago del esófago. De este
modo el cardias queda abierto dejando vía libre a los ácidos gástricos
del estómago hacia el esófago.
ANTIACIDOS Y PROTECTORES GASTRICOS: ¿amigos o enemigos?
Estos problemas son tratados con antiácidos que neutralizan los ácidos
ya producidos por el estómago o con protectores gástricos como el
Omeprazol, que actúan reduciendo directamente la producción de los
ácidos gástricos, pudiendo llegar a eliminar casi totalmente la
capacidad del estómago de producir esos ácidos.
Estos ácidos gástricos son necesarios para realizar la digestión y para
que el cuerpo asimile todos los nutrientes que recibe a través de los
alimentos. De hecho el uso de todos los medicamentos que reducen la
acidez produce una deficiencia de vitamina B12, a la vez que dificultan
la absorción de hierro, zinc, ácido fólico y otros minerales básicos
para el buen funcionamiento del organismo.
Por otro lado, los ingredientes activos de la mayoría de los antiácidos,
son formas variadas de calcio, aluminio y magnesio, que pueden
ocasionarnos serios efectos secundarios.
Los antiácidos con magnesio pueden causar diarrea.
Los antiácidos con calcio pueden producir estreñimiento y cálculos
renales, además de interferir en la absorción del hierro y otros
minerales.
Y las marcas con aluminio pueden producir también estreñimiento y
tomados por largo tiempo pueden provocar pérdida de calcio y
osteoporosis (disminución de la masa ósea). El citrato de calcio, que es
el calcio que mejor se absorbe por el organismo, ayuda a la absorción
del aluminio de estos antiácidos por lo tanto hay que evitar tomarlos al
mismo tiempo.
Además algunos antiácidos pueden ser incompatibles con algunos
medicamentos indicados para otras afecciones o incluso pueden alterar la
forma en que el cuerpo absorbe los medicamentos que se estén tomando.
QUE NOS APORTA EL ALOE VERA
El Aloe Vera tiene más de 250 principios activos beneficiosos para nuestro organismo.
Tomado con regularidad y constancia nos puede ayudar de forma segura y
sin efectos secundarios a prevenir y a combatir la acidez de estómago y
otros problemas gastrointestinales, pudiendo llegar a reducir casi por
completo el consumo de antiácidos químicos.
Por sus propiedades, el Aloe Vera
rehidrata y regenera el aparato digestivo, regula el funcionamiento de
la mucosa intestinal y estimula la flora bacteriana, mejorando con ello
los procesos digestivos y la absorción de los nutrientes, así como la
destrucción y eliminación de los residuos y toxinas.
Su efecto cicatrizante mejora las úlceras duodenales y de estómago, pues
algunos de sus ingredientes (aloeoleína y hormonas vegetales) actúan como agente de crecimiento de los tejidos.
Su acción antiinflamatoria y desintoxicante: calma, protege y limpia el intestino, mejorando los casos de colitis.
En enfermedades autoinmunes, como pueden ser la colitis ulcerosa o
enfermedad de Chron, el aloe vera actúa como modulador o activador del
sistema inmunológico, ya que ejerce una acción compensatoria, ya sea
aumentando la respuesta inmunológica deficiente o disminuyendo otra
excesiva.
Básicamente el Aloe Vera
tiene dos cualidades o propiedades que lo engloban todo: adaptógeno y
homeostático, es decir, el aloe vera busca el estado óptimo de salud
regulando cualquier alteración o desequilibrio.
No es un milagro, es pura química.
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