Daniel habla todo el rato del cáncer de mama de Sandra en plural; no
obstante, la suya es una travesía de pareja, un viaje de dos alrededor
del mundo a bordo de un velero interrumpido por un diagnóstico
inesperado: cáncer de mama.
Daniel y Sandra llevaban más de un año y medio a bordo de su velero Piropo,
dando la vuelta al mundo por los trópicos, cuando la enfermedad se
cruzó en su camino en Panamá. "Yo soy abogado, y ella maestra. De pequeño me encantaban los libros de navegantes y un día le propuse si le gustaría", relata Daniel desde Barcelona, donde la enfermedad les obligó a regresar.
Piropo sigue amarrado en un puerto de Panamá, a la espera de que
termine la 'batalla' de Sandra para volver a surcar las aguas del
Pacífico. "Nuestra ilusión es llegar a las Galápagos, la Polinesia y las
islas del Pacífico Sur hasta Nueva Zelanda". Ahora es Sandra quien
habla, recién operada de ese cáncer de mama que les obligó a regresar. Ella tiene 24 años ("en Navidad cumplo 25"), él 32.
Piropo, otro protagonista de esta historia
El diagnóstico en forma de bulto inesperado en el pecho les pilló a
8.000 kilómetros de casa. "Era una enfermedad ajena, porque no teníamos
antecedentes en la familia. Te dan un susto enorme, porque lo primero que piensas es en la muerte",
confiesa él. "Esos primeros días él lo pasó peor que yo", confiesa por
su parte Sandra, "yo sospechaba que sería cáncer, pero él pensaba que
podía ser algo bueno y llevó muy mal la noticia. Estuvo varios días muy
chafado, casi era yo la que tenía que animarle y me decía que le tenía que haber tocado a él".
No tardaron en comprar un billete de avión con destino a España para
Sandra, mientras Daniel se encargaba de gestionar el amarre del barco
para una temporada que ni ellos mismos sabían cuánto se alargaría;
"fueron unos días muy angustiosos".
Los tripulantes del Piropo hablan con ELMUNDO.es apenas un par de días después de la cirugía. Atrás quedan los esfuerzos por preservar la fertilidad de Sandra antes de iniciar todos los tratamientos,
las sesiones de radioterapia, la quimioterapia... "Nosotros éramos unos
analfabetos médicos, pero lo único que nos da tranquilidad es creer que
podemos entender la enfermedad, tener toda la información",
relata Daniel, siempre en plural. Ese plural incluye sus planes de
futuro por tener hijos, para lo que Sandra se sometió a una rápida
preservación de ovocitos, intentando nadar entre las prisas del oncólogo
por iniciar la 'quimio' cuanto antes y los requisitos de la ginecóloga
para hacer madurar a prisa algunos óvulos para congelar, adelantándose a
una previsible esterilidad.
Daniel no es el único que habla en plural de este viaje; "él ha sido
para mí el apoyo más importante", dice Sandra; "él siempre me decía que me veía guapa,
y eso es importante porque tú te vas cansando de verte peor, piensas
que tu pareja te va a ver mal y eso hace que decaiga el ánimo".
Ambos están satisfechos con el resultado estético de la cirugía y,
sobre todo, porque los médicos les han asegurado que Sandra no va a
tener secuelas físicas para poder dirigir el barco en el futuro. Piropo,
mientras tanto, les seguirá esperando amarrado en un puerto panameño.
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